lunes, 29 de junio de 2009

Voto nulo.






Debemos reconocer una cosa, y eso es básico. La reacción al Voto Nulo tomó a todos por sorpresa. A los políticos, a las instituciones, a los medios...
y a los mismos promotores de la idea.

Y eso se debe básicamente al origen de la idea. La idea se origina por una mera necesidad de reclamo:
Y nada más.
Sólo la necesidad de ser escuchado.
Y nada más.

No existían en esta necesidad de desahogo las preguntas:
¿Y si me escuchan qué va a pasar?
¿Qué voy a decir?
¿Qué voy a hacer?

No existía la pregunta de:
¿Para qué me voy a quejar?


El movimiento del Voto Nulo nunca se planteó el VOTO como una moneda de cambio:

Te quito mi voto, porque no me das nada a cambio.
Te doy mi voto a cambio de...

Hay quienes ya se han dado cuenta y plantean sus demandas. Sin embargo, desde mi punto de vista, las demandas aún son cortas de alcance y no responden a un plan gradual que es factible de instrumentarse. Existe la oportunidad, y apegada a derecho, de inlcuso presionar al aparato político para dar un cambio serio al rumbo completo del país.

Los cuatro puntos que se han planteado en este blog se hicieron aún bajo la óptica del arranque de las campañas en febrero. Hoy el cuarto punto ya no cobra la dimensión que tenía en febrero, pero los tres primeros me parecen pertinentes. Percibo que mucha gente entiende estas peticiones como el FIN de la anulación del voto, y no es así... estas peticiones sólo son un MEDIO, una señal.

¿Señal de qué? Señal de que se quiere dialogar con la clase plítica y que son ellos, al no darse ni por aludidos, quienes obstruyen cualquier diálogo. Es una forma de evidenciarlos.

Aquí hay un obstáculo que pone el resentimiento que conlleva toda catarsis. Quienes ven el Voto Nulo como una oportunidad de mentarle la madre al malo en turno buscarán rehuir el diálogo: eso nos lleva a dos caminos: ahondar la diferencia hasta el punto de provocar una ruptura definitiva, o terminar igual que siempre: ninguneados y aislados por la muralla mediática. Así se ha hecho siempre y se puede volver a hacer. En lo personal no creo que se gane nada matando a Salinas, o cometiendo el error de los argentinos de decir:

¡Que se vayan todos!

No, no, no, no hagamos lo mismo:
¡Aquí no se va nadie!

No quiero que se vaya nadie, ni quiero matarlos, ni mentarles la madre: al contrario, los quiero vivitos y aquí, que no se vayan, sentaditos rindiendo cuentas y pagando por las tropelías que hayan hecho... pero para eso se requiere un pacto social. Un acuerdo de que esa sería la regla de juego. Lo otro, el tratar al que nos agravia como enemigo, tampoco lo descarto, y hasta me simpatiza... ¿A quién no le gustaría castrar con sus propias manos al Gober Precioso?, ¿o destazar a las parientas de Calderón pos sus guarderías asesinas?... pero yo ahí sólo pediría una momento de reflexión: para ganar en esas condiciones se requiere llegar al final, hasta las verdaderas últimas consecuencias... y ese final, no nos engañemos, es la guerra civil...

¿Estamos seguros de buscar una guerra con todo lo que ello implica?
...

martes, 23 de junio de 2009

Es injusto que me ame tanta gente excepto ella y que la ame solo a ella y odie al resto!